Esta mañana desperté entre sábanas nuevas, estremecida por el frío, fue cuando poco a poco comencé a abrir los ojos y tras la ventana descubri que se encntraba otra ciudad a mis pies.
Así comenzó mi rotación en Northwestern, con la tentadora ilusión de aprender más allá de sus muros, sus gentes, sus calles mojadas siempre, y esa brisa que mucho dejaba de desear...añoranza plena de mi espléndido sol murciano.
Los protocolos invaden constantemente el Hospital, incluso por encima de lo estimado, mientras que la maniobrabilidad de los grandes dibujantes del arte escénico, dícese cirujanos de renombre, se eclipsaban entre la mediocridad de sus quirófanos sucios y poco estériles frente a la inconfundible majestuosidad de la zona apta para pacientes, todo lo que sus pies pisan y sus ojos ven, siempre y cuando no estén anestesiados....lástima que tras la compuerta no guarden un poquito de aquella belleza estúpida.
Por lo menos mi inglés mejoró, aprendí a decir y a no decir aquello que se espera de mi... a soltarme con mayor naturalidad...y a entender...el pq si alguien decide hacerse entender, es universalmente conocido que, sea en el idioma que sea, lo hará.
De momento me quedo con mis Niágara Falls, con aquellos pcientes dulces y aquellas palabras que se dejan entender... con aquellas calles, sublimes y amenazantes cuando elevas tus ojos al cielo, y descubres que la ciudad sigue allí...observándote de cerca....majestuoso edificios que estremecen al mirarlos de cerca....reflejados en aquel rio, perdiéndose en el horizonte....
Chicago... ahora comienzo a descubrirte de cerca... y aún queda mucho por ver
